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"Los miebros del Concilio me esperaban ya reunidos. Afuera del Gran Salón se encontraban sus discípulos, algunos de los cuales eran antiguos amigos y a otros apenas los conocía. Al final todos llegaríamos a ser grandes amigos."
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"La sesión del Concilio fue breve, pero no por ello carecía de importancia. La preocupación de mi maestro y del resto del Concilio era evidente. Y cuando me explicaron lo que ocurría supe porque: algo estaba afectando a la Barrera Mágica, debilitándola en un punto al sur de Raig, cerca de la ciudad de Lioder. Muy pocos lo sabían y por supuesto debía mantener esa información en reserva. Junto con explicarme lo que ocurría, El Concilio me pidió que aceptara la misión de acudir al punto debilitado a investigar qué estaba ocurriendo. Acepté con entusiasmo, pensando en que por fin había llegado la oportunidad que había estado esperando para vivir grandes aventuras y demostrar mi valía y poder. Francamente, no sabía en lo que me estaba metiendo.
Junto con mis instrucciones, el Gran Concilio me asignó la responsabilidad de ser el líder del grupo que formaban sus discípulos, quiénes estaban a mi disposición para ayudarme a cumplir con la misión."
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"Antes de reunirme con mis nuevos compañeros, mis cuatro maestros fueron a visitarme a casa. Yo, un tanto sorprendido, los recibí afectuosamente, pero ellos se mostraban muy solemnes, así que me imaginé que habían ido por algo importante. Y como no iba a serlo. En una ceremonia muy sencilla, pero a la vez muy solemne, mis maestros me dieron la iniciación como Válpled. A partir de ese momento, dejaba de ser su Yépad, su pupilo, para transformarme en un mago iniciado. Todo un Válpled. Fue el momento más significativo que viví junto a mis maestros, todos ellos reunidos en torno a mi para darme mi graduación.
Lamentablemente la emoción de haberme iniciado no duró mucho tiempo, pues al día siguiente debía comenzar mi viaje, así que debía reunirme con mis nuevos compañeros para hacer los preparativos."