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Nací en la ciudad de Búlderain, capital del país de Raig, conocido también como el Reino de los Magos. Mis talentos me permitieron iniciarme a tempra edad en las cuatro disciplinas elementales de la magia: Agua, Tierra, Viento y Fuego. Además de eso, recibí del Gran Concilio de Magia y Hechicería el grado superior de Véspalid siendo yo muy joven aún. Si quieren saber más, pueden postear y comentar.

martes, marzo 25, 2008

El incidente en el Bosque de Luz (3a parte, final)


Blas despertó sumamente malhumorado. Había logrado dormitar un rato, pero eso no le sirvió para descansar mucho. No tenía ideas, le dolía la cabeza y su estómago rugía como una fiera. Los que le conocían mejor trataron de evitar ser una molestia para él (sobretodo si ya lo habían visto enojado antes). Y advirtieron a los que no lo conocían tanto para que no lo fueran.
El desayuno se tomó en silencio, salvo repentinas interrupciones. Blas comió en el más absoluto silencio y no pudo pensar más que en Nerin. En el transcurso de la mañana Yanadil fue la única que logró acercarse a él sin recibir un gruñido como respuesta.
—Blas —le dijo con dulzura—, ¿necesitas algo?
—¡Vacaciones! —respondió con tono seco—. Lo siento, estoy un poco alterado —agregó luego con tono sentido.
—No te preocupes, entiendo cómo te sientes.
—Gracias. ¿Podrías decirle a Dínodor que venga, por favor?
—Claro.
Instantes después, Yanadil volvía acompañada por Dínodor, quien venía algo cohibido, pues nunca había visto a Blas tan molesto.
—¡Dime! —le dijo a Blas un poco incómodo.
—Me duele mucho la cabeza, Dino. ¿Podrías…?
—Por supuesto.
Dínodor colocó una mano sobre la frente de Blas y calmó su dolor.
—Gracias, Dino.
Al ver cumplido su cometido, Dínodor se retiró.
Blas salió de la carpa y se paseó un rato bajo los luminosos árboles del Bosque. Finalmente tomó una decisión. Se acercó a la carpa donde se encontraba Nerin y dejó que entrara un poco de luz para ver qué ocurría. Nada pasó. Luego dejó que todo se iluminara en el interior y tampoco pasó nada.
—¡Apel! —gritó.
La hechicera llegó corriendo al instante.
—¿Qué pasa? —preguntó.
—Es hora de partir —respondió Blas—. Nos vamos a llevar a Nerin en una camilla.
—Pero…
—Tranquila, a ella no va a pasarle nada.
Dicho esto, Blas salió y dio la orden a sus compañeros de prepararse para partir. Una vez que todos estuvieron listos, ordenó a Apel sacar a Nerin. Luego desmantelaron el campamento y se pusieron en marcha.

Las horas pasaban lentas dentro del Bosque para el grupo de hechiceros. Todos iban pendientes de Nerin, se turnaban para llevar la camilla y cuidaban que nada malo le pasara. A esa tensión había que sumar el hecho de estar metidos en el Bosque de Luz. Algunos pensaron que se acostumbrarían, pero finalmente la ausencia de sombras comenzó a incomodar (pese a estar usando la magia de “ojos polarizados”).
El tedio de la marcha, junto con la tensión acumulada y por acumular, fueron causando paulatinamente el cansancio del los jóvenes viajeros. Lo peor comenzó con algunos síntomas físicos: sentían sus cuerpos pesados y cansados, los ojos ardían, había mareos en unos, dolor de cabeza en otros, en fin, un sinnúmero de efectos físicos adversos que no dejaron a nadie a salvo. Pero el colmo fueron los síntomas sicológicos. En un principio, el cansancio físico dio paso al agotamiento mental. Después, el mal humor. Después, ganas de pelear con cualquiera, lo que motivó muchas y muy absurdas discusiones. Y, por último, algo parecido a la demencia.
Para Blas el momento más desagradable ocurrió cuando Yanadil se acercó a él con un gesto muy desagradable. Nunca alguien había estado tan disgustado con él. Era casi un sentimiento de repulsión el que la motivaba a decirle todo lo que le dijo (que es preferible no reproducir aquí). En resumen, le mostró su molestia por exponer a Nerin y al resto del grupo a continuar el viaje en las condiciones en que se encontraban, sobretodo por el riesgo vital que implicaba para malograda hechicera. A Blas lo que más le molestó fue sentirse atacado por aquella hermosa hechicera y detestarla por ello.
Es probable que toda esta situación parezca una locura. Y, en efecto, eso era. Hasta tal punto lo era, que la amenaza de un enfrentamiento entre ellos, de todos contra todos, era inminente.
Entre tantos dimes y diretes, groserías y amenazas, la camilla en que se encontraba Nerin había quedado tirada en el suelo, mientras los 13 jóvenes que se suponía estaban a cargo de ella peleaban entre sí. Los árboles luminosos se remecían estrepitosamente y las criaturas de luz huían despavoridas en todas direcciones al sentir el enorme poder que emanaba de ellos.
Las cosas empeoraban a cada minuto. Pero algo ocurrió justo cuando estaban por llegar al extremo de atacarse mutuamente. El talismán de Nerin comenzó a brillar y ella, aún inconsciente, se levantó en el aire hasta quedar en posición vertical, a escasos centímetros del suelo. El resplandor del cristal envolvió su cuerpo por completo. La joven maga abrió sus ojos, completamente blancos, y, con una voz que no era la suya, se dirigió a sus compañeros:
—Hace muchísimos años atrás, antes de que los abuelos de los abuelos de los abuelos de vuestros abuelos pensaran tan siquiera en nacer, este Bosque era un lugar santo lleno de paz. Su eterna Luz representaba esperanza y vida. Pero un día terrible, el mal se apoderó de él. Y, pese a que no tuvo el poder suficiente para cubrirlo con su sombra, fue suficiente para cambiar su significado: desilusión y desesperación.
“Muchos años han pasado desde entonces, mas esa maldad no ha sido eliminada y el Bosque aún no ha podido jamás ser purificado. Por ello es que ustedes sienten ese peso en sus almas.
“Pero al fin ha llegado una criatura única, capaz de devolver la esperanza a este Bosque. Ha sido destinada para ello y se le ha otorgado el poder necesario…, ahora ella deberá saber cómo usarlo. Y lo primero que hará será ayudarles a ustedes a salir a salvo.
Los muchachos estaban perplejos. Apenas notaron los movimientos de Nerin, cuya voz casi inaudible comenzaba a recitar un nuevo conjuro:
—"¡Bosque de Luz, que fuiste puro una día y ahora no ves la esperanza! ¡He llegado a ti para liberarte de tu mal! ¡Pero antes deberás liberar del mal a tus víctimas! ¡Bosque de Luz: Oculta tu Brillo por el Sendero de la Vida!"
Al terminar su conjuro extendió sus brazos hacia el frente y un enorme túnel oscuro se abrió en el Bosque. Aquel era el camino que llevaba a Lioder.

sábado, octubre 20, 2007

El incidente en el Bosque de Luz (2a parte)


Una vez que todos estuvieron en sus camas, las carpas quedaron en penumbras.
Apel despertó pasada la medianoche. No había podido dormir muy bien y se sentía algo agobiada. Miró hacia la cama de Nerin para ver como estaba. Seguía tal cual. Pero algo extraño llamó su atención.
-¡Qué rayos es eso! -susurró levantando la ropa de cama de su amiga.
Sus ojos se clavaron de inmediato en el talismán de Nerin. El cristal brillaba con una intensidad cegadora, pero no iluminaba mucho. Le pareció, entonces, que algo raro sucedía. Por lo general, un talismán reaccionaba cuando su dueño invocaba su poder. Pero Nerin se hallaba inconsciente y, por lo tanto, no podía usar su talismán.
Sobresaltada, Apel despertó a Yanadil, Gadia y Lenia, quiénes se mostraron tan extrañadas como ella. Trataron de despertar a Nerin e intentaron arrancarle su talismán, pero les fue imposible sacarlo y no pudieron despertar a la chica. La piedra parecía estar adherida al cuerpo de la hechicera afectándola de algún modo.
-Yan, ve a despertar a Blas -ordenó Apel-. Él tiene que ver esto.
Yanadil fue corriendo hacia la carpa de los muchachos a buscar a Blas, mientras Lenia iluminaba la de ellas. Minutos más tarde regresó Yanadil seguida por Blas, cuyas ganas de volver a la cama eran evidentes.
-¿Qué pasa? -preguntó con pereza.
-Ojalá supiéramos -respondió Gadia.
-Le conté a Blas lo del talismán de Nerin, pero ahora… -dijo Yanadil interrumpiéndose al ver a su amiga. -¡¿Qué pasó?!
-Cuando Lenia iluminó el lugar, el talismán dejó de brillar -dijo Apel.
Pero la cosa no era tan así. Blas (un poco más despierto ahora) se acercó a Nerin y examinó el talismán. Tras mirarlo detenidamente, se percató de que éste aún brillaba. De pronto sintió que una fuerza increíble manaba de la piedra, lo levantaba en el aire y lo arrojaba dejándolo tirado en el suelo a varios metros de la cama de Nerin. Cuando alzó la vista, adolorido por la caída, vio como el talismán absorbía la luz que los rodeaba mientras el cuerpo de Nerin comenzaba a flotar. Cuando hubo absorbido toda la luz, el brillo del cristal envolvió por completo el cuerpo de la hechicera. Entonces, la entrada de la carpa se abrió abruptamente y Nerin comenzó a absorber la luz del exterior.
Blas y sus compañeras veían impactados cómo el brillo aumentaba más y más. Tras la impresión inicial, Blas cayó finalmente en la cuenta de qué era lo que ocurría.
-¡Lenia, cierra la entrada! -ordenó-. Tapen todos los lugares por donde entre luz.
Justo cuando el último rayo de luz fue tapado, el cuerpo de Nerin cayó pesadamente sobre su cama, aún inconsciente.
Los otros magos, que habían despertado extrañados por tanto ruido, entraron a la carpa. Apel, al oírlos acercarse, cubrió completamente a Nerin con sus ropas de cama y la cubrió con su cuerpo.
-¿Qué pasa aquí? -preguntó Ridert.
-¡Cierren rápido! -apuró Lenia.
Una vez que todo estuvo otra vez en penumbras, Gadia explicó a sus compañeros lo que había ocurrido. Dínodor se acercó a Nerin y la examinó cuidadosamente. Comprobó con impotencia que no había nada que él pudiera hacer por su amiga.
-¡Maldición! -exclamó tomándose la cabeza.
-Tranquilo, Dino. Ya haremos algo -lo consoló Vudon no muy convencido.
Blas se apartó del grupo para meditar un instante. El problema era realmente grave. No podían continuar por un bosque lleno de luz con alguien a quién la luz provocaba una reacción tan grave. Pero era imperativo continuar con la misión. Además, él no podía abandonar a una amiga a su suerte.
-¿Qué piensas, Blas? -preguntó Neiton.
-Busco una salida para esto -contestó.
-¿Y?
-Nada.
-Pero vamos a continuar, ¿verdad?
-Sí, pero no se qué hacer con Nerin.
-Te entiendo. Pero no la podemos dejar aquí.
-¡Por supuesto que no! De hecho, debemos sacarla cuanto antes de este Bosque.
-Tienes razón. Ella está así desde que entramos al Bosque. Hay algo aquí que la tiene así.
-Neiton, necesito que trates de entrar a su mente. Quiero saber qué es lo que hay en ella.
-Entiendo.
Ambos se acercaron a Nerin. Neiton se sentó junto a ella, puso una mano sobre su frente y se concentró para entrar en su mente. Poco a poco los pensamientos de Nerin iban haciéndose más claros. Cuando estuvo completamente dentro de la mente de la hechicera, la claridad se transformó en un gran problema, pues todo estaba demasiado luminoso. Neiton se sintió encandilado, no podía ver nada salvo un lugar donde todo estaba aún más luminoso. Con mucha dificultad se acercó a ese lugar. Percibió que la luz emanaba del talismán de Nerin y, a su vez, ésta era absorbida por su cuerpo. Cuando por fin iba a alcanzarla, vio que una extraña figura salía del cristal y lo arrojaba con violencia fuera de la mente de Nerin.
-¡Agh! -exclamó Neiton adolorido.
-¿Qué pasa?
-¡Ay! ¡Mi cabeza!
-¡Dino…! -exclamó Blas.
Rápidamente Dínodor puso sus manos sobre la cabeza de Neiton y alivió su dolor.
-Gracias, Dino -dijo Neiton con un suspiro de alivio.
-Fue un placer, amigo.
-¿Qué fue lo que viste? -preguntó Blas.
-No mucho. Había mucha luz. El talismán de Nerin la irradiaba y ella la absorbía. Luego algo me sacó con violencia de su mente.
-Ya entiendo -dijo Blas-. Una vez el anciano me contó algo acerca de los talismanes. Me dijo que los cristales siempre reaccionaban cuando volvían a su lugar de origen. Pero, por lo general, para que funcionen, se debe invocar su poder. Sin embargo…
-Hay excepciones -interrumpió Traben-. También me contó algo de eso.
-Entonces, eso quiere decir que Nerin no necesita invocar al Gran Rey para utilizar su talismán, ¿verdad?
-Sí, así es -contestó Blas-. Pero sólo aquí en el Bosque de Luz. De aquí proviene su cristal.
-Si, pero el poder de Nerin ha aumentado mucho de todas maneras -señaló Neiton.
-Eso quiere decir que va a seguir aumentando -dijo Blas-. Y con la velocidad que lo hace su cuerpo podría no resistir.
El silencio que siguió a esas palabras hizo notar el pesar del grupo. Sabían que debían sacar a su amiga del Bosque, pero hacerlo implicaba un gran peligro.
-Bueno, vuelvan todos a la cama -ordenó Blas-. Aún quedan un par de horas para dormir.
A decir verdad, ya nadie tenía ganas de dormir. Ya era difícil conciliar el sueño y, si uno de ellos se quedó dormido, no tuvo muy buenos sueños.

domingo, abril 22, 2007

El incidente en el Bosque de Luz (1a parte)

A pedido de mi amigo Blas, voy a publicar un extracto del libro "Por la Ruta de los Magos II, El Reencuentro", donde se describe la primera aventura que él vivió junto a su grupo en su viaje a la Barrera Mágica, que corresponde a lo suscedido en su travesía por el misterioso Bosque de Luz. Disfrútenlo. Ah, el capítulo va por partes.

El Incidente en el Bosque de Luz

El séptimo día de viaje comenzó temprano por la mañana. Luego de un reconfortante chapuzón en el lago y un contundente desayuno, los hechiceros se pusieron en marcha.
Su parada en el Lago Fordos había sido muy reparadora. No sólo recuperaron fuerzas y energía, sino que también el decaído entusiasmo. Además, los heridos ya estaban completamente recuperados, con tanta o más vitalidad que sus compañeros.
Así, como decía, el viaje se reinició temprano. Gracias a su renovado entusiasmo, avanzaron a paso largo y rápido, recuperando el tiempo que habían perdido. Sólo las sinuosidades del terreno les impidieron ganar más tiempo. Al caer la noche acamparon en la cima de una colina desde donde podía verse, a lo lejos, un potente destello.
Al día siguiente volvieron a madrugar y se pusieron en camino rumbo al destello, lugar al que llegaron a media tarde.
Frente a ellos se encontraba el imponente Bosque de Luz. Pero, antes de adentrarse en él, decidieron almorzar (decisión unánime).
La impresión que daba el Bosque era el de un hermoso espectáculo natural que dejó boquiabiertos a la mayoría de los jóvenes magos. Sin embargo, a Nerin no le causó la misma sensación. Para ella era sólo un bosque común y corriente, sin nada magnífico o excepcional. Sin embargo, en el instante mismo en que puso un pie dentro del Bosque, comenzó a sentirse extraña, la invadió una rara sensación, pero le restó importancia y no se lo comentó a nadie. Además, nadie parecía sentir lo mismo y creyó que pronto pasaría.
Tras un buen rato de silenciosa marcha, una voz sobresaltó al resto:
-Bonito lugar -comento Ridert-, pero ya me está cansando.
Y no era el único. Las palabras de Ridert describían la sensación general del grupo. El bosque era muy hermoso, pero ver tanta luz y todo tan luminoso (incluso las criaturas que moraban en él) cansaba. Así que optaron por cubrir sus ojos con un poco de magia para evitar encandilarse todo el tiempo.
Nerin, en cambio no se sentía agobiada por la luz. Era su cuerpo el que comenzaba a molestarle. Los pies, los brazos, en general, todos sus miembros se iban poniendo más pesados a cada paso que daba. Finalmente, su cuerpo cedió ante el cansancio y se desplomó sin conocimiento.
-¡Nerin! -exclamó Lenia- ¡Nerin, despierta!
De inmediato todos voltearon para ver que ocurría con su compañera.
-¿Qué pasó, Lenia? -preguntó Blas.
-No sé, venía caminando junto a mí y de pronto se desmayó.
-Dino, encárgate. Délguer y Traben, levanten el campamento. Ya avanzamos suficiente por hoy -ordenó Blas.
Una vez que el campamento estuvo instalado, llevaron a Nerin a su cama. Aún permanecía inconsciente y no reaccionaba ante ninguno de los hechizos de Dínodor.
-¿Cómo está? -preguntó Blas preocupado.
-La verdad es que no lo sé -respondió Dínodor-. Ninguno de mis hechizos ha funcionado.
-Pero, ¿puedes hacer algo?
-Lo voy a intentar.
Haciendo uso de su magia más poderosa y con la ayuda de su talismán, Dínodor empleó su hechizo más potente sobre Nerin. La expectación inicial dio paso a la frustración de los hechiceros al ver que su compañera no mostraba mejoría alguna.
-Descansa, Dino -sugirió Blas-. Ya has hecho suficiente.
Dínodor, que si bien se veía cansado, no había agotado todas sus fuerzas (como ocurriera antes). Entonces, ignorando las palabras de Blas, volvió a intentarlo una vez más. Su frustración era evidente, pues nada había podido hacer por su amiga, ni siquiera con sus mejores hechizos.
-No puedo fallarle -dijo volviendo a aplicar su magia una vez más.
Pero fue inútil. Nerin no iba a reaccionar así.
-¡Basta, Dino! -exclamó Blas-. No vas a conseguir nada gastando así tu energía. Mejor ve a dormir. Mañana veremos que podemos hacer.
"Y veremos si Nerin se recupera", pensó para sí. Blas estaba inquieto, tanto por la salud de su compañera como por el inesperado contratiempo.

jueves, abril 05, 2007

El Bosque de Luz

Entre todos los sitios extraordinarios que existen en Raig, El Bosque de Luz debe ser el más llamativo de todos. Por llamarlo de alguna manera. El Bosque de Luz es una enorme floresta ubicada al sur del Reino, que, junto a las imponentes Montañas del Sur, practicamente dividen al país en dos. Sólo la delgada línea costera oriental permite comunicar con normalidad la zona más austral con el resto de Raig.
Pero lo que lo hace ser tan "llamativo" no es eso precisamente. Cada rincón del Bosque está cubierto por completo de una intensa luz, incluyendo árboles, hierbas, suelo e, incluso, los animales que lo habitan.
Suena impresionante y en verdad que lo es. Pero también es poco recomendable internarse por él, a menos que la prisa por llegar del otro lado sea apremiante.
Digo esto porque, si bien es cierto que el Bosque de Luz fue alguna vez un lugar hermoso, lleno de paz y por el cual la gente podía pasar sin temor a perder el control o a volverse loco, eso cambio el día que la influencia de la tríade de hechiceros malignos que asoló al mundo entero, se dejó caer sobre él. Su perverso influjo fue de tal magnitud, que pese a que fueron derrotados hace muchísimo tiempo ya, aún vive al interior del Bosque, el que espera con ansias ser liberado de éste.
Así es el "llamativo" Bosque de Luz y así fue como nos recibió en nuestro viaje hacia La Barrera. Aventurarnos por él fue una de las experiencias más terribles que vivimos durante ese viaje y hasta el día de hoy puedo recordarlo con claridad. Pero de eso les contaré en otra ocasión.

viernes, marzo 16, 2007

El lago flotante



En Raig existe un lugar al que llamamos "Región de los Lagos Flotantes". Y su nombre no es un simple capricho, pues, al mirar hacia el cielo, se pueden apreciar los 6 lagos que mágicamente flotan en el cielo. Es un lugar de una belleza tan majestuosa como impresionante, que dejan atónito a cualquiera que los contemple.

Durante nuestro viaje, el más grande de ellos (Lago Fordos) fue una parada obligada para mi grupo, ya que nos urgía reponer nuestras energías y, por sobre todo, recuperar a nuestros compañeros heridos. Y el lugar que escogimos fue el ideal, pues tras permanecer un día sumergidos en las tibias aguas del lago, todos parecíamos llenos de vida y energía. Al parecer, esas aguas tienen ciertas particularidades curativas, pero no estoy muy seguro de ello.

Nuestra estadía allí fue una bendición para mi grupo, pues fue el último momento de verdadera paz del que pudimos gozar en mucho, mucho tiempo. A partir de entonces, las cosas iban a ponerse realmente complicadas, no sólo para nosotros, sino que para todos en Raig.

Por eso, si alguna vez tienen la oportunidad de ir allí, no lo duden ni por un momento. Claro, es muy difícil llegar, pero no va a faltar un mago amable que los guíe.

miércoles, enero 31, 2007

Cuando Yánadil conoció a Blas (6a parte y final)


Así pasaron ocho años, ocho largos años, en los que Yánadil recordaba con ternura y añoranza el tiempo en que estudiaba junto a Blas. Transcurridos ocho años, la maestra Séfil la citó al Templo, lugar donde se iba a llevar a cabo una reunión de emergencia del Gran Concilio. Ella, junto a los discípulos de los otros doce consejeros, iban a formar un equipo cuya misión les sería revelada por el líder del grupo, al que conocerían tras la reunión. Lo único que se le informó es que la misión era de suma importancia, así que debía tomarla muy en serio.
Yánadil llegó temprano al Templo, lugar al que ya no iba tan seguido después de haber terminado su instrucción formal con Séfil. Allí debía esperar junto a los otros Yépads en el vestíbulo de los Pilares de las Artes Mágicas. La espera no fue muy larga, pues a la hora señalada llegó quién sería el guía del grupo: Blas. Entonces su corazón dio un brinco y comenzó a latir aceleradamente. Hacía mucho tiempo que no lo veía y cuando pasó frente a ella notó lo apuesto que estaba.
Desde entonces, pese a que durante su juventud hubo muchos varones que pretendieron conquistarla, ella no tuvo ojos más que para quién llegaría a ser el amor de su vida… Blas Zemérik.

jueves, enero 18, 2007

Cuando Yánadil conoció a Blas (5a parte)

Yánadil no se daba cuenta de que la competencia autoimpuesta contra Blas le había hecho avanzar mucho en su educación. La guía de Blas había sido fundamental para ella, quién ya se destacaba entre los discípulos de Séfil Manut, quién había recibido nuevos Yépads, pero menos aventajados que sus pupilos estrella.
La pequeña Yánadil creció al alero de Séfil y, según ella, a la sombra de Blas. Pero, pese a que le costó mucho trabajo, fue capaz de ir superando esa antipatía que sentía por él, llegando a considerarse un poco tonta por ello.
Tras dos años de duro entrenamiento, Yánadil había alcanzado un nivel superlativo para una niña de 14 años. Además había creado un fuerte lazo de amistad con su maestra, a quién confiaba casi todo. Casi, pues no se atrevía a decirle que sentía cierta atracción por uno de sus discípulos. Y no cualquiera de ellos. Blas había dejado de ser para ella el niño engreído que consideraba al principio, para transformarse en un muchacho apuesto e inteligente.
Tenía muchas ganas de contárselo a su maestra, pero por alguna razón no se atrevía. Hasta que una mañana recibió la noticia que la hizo estremecer: Blas ya no seguiría entrenando bajo la dirección de Séfil, pues ya había terminado sus lecciones y debía comenzar su instrucción con otro de los consejeros del Concilio. El día que Blas se fue a despedir de ella, Yánadil se dio cuenta de que había sido gracias a Blas que había crecido de la forma en que lo había hecho y que lo que sentía por él estaba lejos de ser un simple capricho adolescente. Pero Blas se iba ya y desde entonces serían contadas las veces que pasarían tiempo juntos, pues ambos estarían muy ocupados con sus entrenamientos.
A partir de entonces, cada vez que se encontraron fue siempre en reuniones o celebraciones en las que acompañaban o a sus padres o maestros. O, en otras ocasiones, él iba acompañado por una amiga de infancia, con la que parecía llevarse muy bien, así que Yánadil prefería mantener la distancia. A pesar de ello, fueron capaces de mantener una amistad cercana, dentro de lo que les fue posible hacerlo.