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Nací en la ciudad de Búlderain, capital del país de Raig, conocido también como el Reino de los Magos. Mis talentos me permitieron iniciarme a tempra edad en las cuatro disciplinas elementales de la magia: Agua, Tierra, Viento y Fuego. Además de eso, recibí del Gran Concilio de Magia y Hechicería el grado superior de Véspalid siendo yo muy joven aún. Si quieren saber más, pueden postear y comentar.

sábado, octubre 28, 2006

De la culpa al sentimiento

"Al enterarme de que varios de mis compañeros habían resultado heridos tras el enfrentamiento con los garuanos, emprendí rápidamente el vuelo para acudir en su ayuda junto al resto de mi grupo. Mientras volaba sobre los campos de Raig, por mi mente se cruzaron una incontable cantidad de ideas y pensamientos, los que me llevaban a culparme a mí mismo por haber provocado a los garuanos, nuestros propios compatriotas, para que nos atacaran. Sentía que mi falta de experiencia y mi incompetencia iban a provocar el fracaso de mi misión mucho antes de lo que pudiera haberse esperado. Intenté consolarme con la idea de que la reacción de los garuanos había sido muy exagerada, lo que ya demostraba que había un clima tenso e inestable a lo largo de todo el país, pese a que las noticias respecto a lo que ocurría en La Barrera aún se mantenían en reserva. Pero mi consuelo no sirvió de mucho.
Y, mientras le daba vueltas al asunto, me di cuenta de que algo acudía constantentemente a mis pensamientos y que se hacía más y más intenso a cada momento.
Tenía mucha prisa por llegar al lado de los heridos, ya que junto a mi iba Dínodor, el sanador del grupo. Pero mi prisa era mayor aún por llegar junto a Yánadil, quién se contaba entre los heridos. Necesitaba saber qué le había pasado... tenía que estar junto a ella cuanto antes.
En ese momento no lo noté, pero estaba actuando en forma irracional, impulsado más por las emociones y los sentimientos que comenzaban a aflorar, que por la razón con la que debía actuar como líder. Sin embargo, esas misma emociones me permitieron reaccionar a tiempo cuando Yánadil, mientras esperaba para ser atendida por Dínodor, sufrió una grave crisis que por poco acaba con su vida. Actué en forma instintiva, lo reconozco, pero gracias a ello, Yánadil sigue con vida."

1 comentario:

Anónimo dijo...

Durante toda mi vida he entendido el amor como una especie de esclavitud consentida. Pero esto no es así: la libertad sólo existe cuando existe el amor. Quien se entrega totalmente, quien se siente libre, ama al máximo, y quien ama al máximo, se siente libre. Pero en el amor, cada uno de nosotros es responsable por lo que siente, y no puede culpar al otro por eso. Nadie pierde a nadie porque nadie posee a nadie. Y esta es la verdadera experiencia de la libertad: tener lo más importante del mundo sin poseerlo.
...No quería en verdad escribir, tal vez porque sentía vergüenza de quienes lo podrían leer. No quería sentir que fuese la única que lo entiende y resultar latosa, pero sentí la necesidad de hacerlo. Me animé y decidí compartir algunas palabras aquí en este día especial. Y teniendo en mente aquella culpa que se volvió sentimiento, comencé...
Alguna vez sentí culpa, tuve una sensación horrible. Me sentí desolada, despojada de mi ser insensato que me estaba jugando una mala pasada. Caí, volví a caer, pero me levanté. La culpa se esfumó, casi cuan vapor que se culpába por haber sido agua; y resultó suceder que comprendí. Simplemente entendí lo que me había sucedido. "He descubierto que no hay cosas que pasan por casualidad. Los encuentros más importantes ya han sido planeados por las almas, incluso antes de que los cuerpos se hayan visto. Generalmente estos encuentros suceden cuando llegamos a un límite, cuando necesitamos morir y renacer emocionalmente. Los ecuentros nos esperan, pero la mayoría de las veces evitamos que sucedan. Sin embargo, si estamos desesperados, si ya no tenemos nada que perder o si estamos muy entusiasmados con la vida, entonces lo desconocido se manifiesta, y nuestro universo cambia de rumbo".
Aquella tarde volvía del colegio...ya hace tanto tiempo atrás. Me dirigía a mi casa, era una tarde algo extraña, por lo menos así me parecía. Soleada, con una tibia brisa de aire que rosaba mis pómulos, ello me hacía sonreir. Caminé hacia el colectivo como todos los días solía hacerlo, y cruzé la calle. El encuentro más inesperado esa tarde sucedería. En el medio de la calle miré hacia un costado para percatarme que no venían autos, y me encontré con los más bellos ojos que he visto en mi vida. La figura de un muchacho de unos 23 años se había topado con la mía. Sentí como su mirada inundo mi infancia, y me sonrojé. Nos saludamos en el medio de la calle, y ya cuando el semáforo iba a cambiar de color, nos decidimos por cruzar hacia el otro extremo e irnos juntos en micro.
Ese día me encontré con el amor de mi vida. Pasarían dos años para yo recién poder decirle cuanto lo amaba. Así aconteció. En una dulce noche en casa de un buen amigo, pude decirle que lo amaba, que era la persona con quien yo quería estar. En ese sentido, mi culpa se volvío sentimiento. Hoy estoy junto a él y tengo a lo más importante del mundo a mi lado.

Con mucho cariño,

Eve